Mundo, 23 de mar (Tinta Roja).- A medida que la serie de Netflix gana popularidad, el debate en torno a su contenido se intensifica. The Independent, de Londres, decidió proyectarla junto a un grupo de jóvenes para conocer su perspectiva. Sus respuestas revelaron un panorama inesperado sobre la capacidad de resistencia juvenil ante el discurso de odio en internet.
«Adolescence» sigue la historia de Jamie Miller, un adolescente de 13 años que asesina a una compañera de clase tras ser influenciado por ideologías misóginas en la «manosfera» digital. La serie explora cómo estas ideas extremas afectan a los jóvenes y las consecuencias que pueden generar.
En un contexto de creciente preocupación por la radicalización juvenil en redes sociales, la escritora británica Chloe Combi decidió dar voz a los propios adolescentes. Para ello, reunió a 103 jóvenes de entre 12 y 22 años en una sala de proyección en el este de Londres y les pidió que vieran la serie.
Lo que escuchó después no solo la sorprendió, sino que le devolvió algo que a menudo parece perdido en este debate: esperanza.
Uno de los personajes secundarios, Tommy interpretado por Lewis Pemberton—, representa una resistencia silenciosa. A pesar del acoso y el ambiente hostil, intenta mantenerse firme en sus valores. Es él quien advierte a su padre sobre el contenido peligroso que circula entre sus compañeros. «Hay muchos Tommys allá afuera», escribió Combi. «Y deberíamos prestar más atención a ellos».
Entre la atracción y el rechazo a Andrew Tate
Uno de los temas que más controversia generó en la discusión fue la figura de Andrew Tate, el polémico influencer británico. Elijah, de 16 años, comentó que aunque algunos de sus amigos siguen a Tate, él prefiere verlo con distancia gracias a la influencia de su hermano mayor, Remy, de 22 años.
“Se toman demasiado en serio a sí mismos”, comenta Remy, entre risas. “La manosfera está llena de tipos que odian todo lo que no se parece a ellos. No quería eso para mi hermano”.
Por otro lado, Rhys, de 13 años, expresó su desacuerdo con lo que considera una censura injusta: “Nos regañan en la escuela si siquiera mencionamos a Andrew Tate. Eso solo refuerza su mensaje de que los chicos no tienen derechos”.
Para Hayley, de 15 años, prohibir hablar de Tate tiene el efecto contrario al deseado: “Hacer tabú su figura solo los convierte en mártires para algunos”.
La comunidad como protección contra la toxicidad en redes
Uno de los hallazgos más reveladores del experimento fue la relación entre la participación en comunidades reales y la resistencia a discursos dañinos en internet. Chris, de 15 años, lo explica claramente: “No sabía qué era un incel hasta que vi la serie. Pero yo tengo el cricket y el fútbol, no me queda tiempo para eso”.
Su experiencia contrasta con la de muchos compañeros que pasan horas frente a la pantalla, expuestos a ecosistemas digitales que refuerzan estereotipos de género y fomentan la confrontación.
Lewis, un joven cristiano de 18 años que evita las redes sociales y ejerce como mentor en su iglesia, ofreció una visión crítica sobre la explotación de la inseguridad juvenil: “Todo está diseñado para venderte algo. ¿Quieres ser un hombre mejor? Compra mi curso, mis pastillas, mis libros. Pero se puede ser mejor todos los días sin pagar nada: ayudando en casa, cuidando a los demás”.
¿Prohibir o educar?
El artículo de Combi cuestiona las estrategias de prohibición como respuesta al discurso de odio. “Convertir figuras como Tate en tabú solo refuerza su imagen de forajido”,, advierte. En su lugar, propone generar espacios de diálogo en los que los jóvenes puedan debatir y comprender por qué estas ideologías resultan tan atractivas para algunos.
Para la autora, las soluciones no pueden venir únicamente de los adultos. “Ver Adolescence con estos jóvenes me hizo entender que las respuestas también están en ellos”, concluye.
Sugiere priorizar la mentoría, revitalizar clubes juveniles, gimnasios, equipos deportivos y grupos religiosos que ayuden a reconstruir el tejido social, deteriorado por los recortes y los efectos del confinamiento durante la pandemia.
Escuchar y actuar: una lucha que aún se puede ganar
El diagnóstico es claro: muchos adolescentes están aburridos, aislados y bombardeados con mensajes dañinos. Pero también son críticos, conscientes y, en muchos casos, dispuestos a resistir.
La clave, según Combi, es escucharlos, involucrarlos y devolverles un propósito. “Un joven que se siente visto, que tiene voz y comunidad, es mucho menos vulnerable a las ideologías del odio”, escribió.
Ante la pregunta de qué hacer frente a esta crisis, la autora propone un enfoque sencillo pero profundo: “Tomemos decisiones informadas con ellos, no para ellos. Se necesita una aldea para criar a un niño. Hagámoslo, por todos los jóvenes”.
Fuente: Infobae