Tinta Roja, 26 de septiembre de 2024.- Los últimos pronósticos meteorológicos advierten que los vientos, que anteriormente soplaban desde el norte, ahora provienen del sur, intensificando los incendios forestales que asolan el oriente de Bolivia desde hace más de tres meses. Este cambio en la dirección del viento ha complicado el trabajo de los bomberos, avivando las llamas y afectando a un número creciente de familias en la región.
Organismos internacionales han recomendado la evacuación de las comunidades más vulnerables en el municipio de Concepción, uno de los más afectados del departamento de Santa Cruz. Sin embargo, las esperadas lluvias solo cubrirán zonas de los valles y el norte integrado del departamento, dejando a la Chiquitanía, una de las áreas más devastadas, sin alivio.
Jhonny Rojas, coordinador del Centro de Operaciones de Emergencia Departamental (COED) de Santa Cruz, reveló que más de cinco millones de hectáreas han sido arrasadas por el fuego, calificando la situación como el «mayor desastre de la historia del país». Aproximadamente el 50% de las áreas protegidas en el oriente boliviano han sufrido graves daños en su flora y fauna.
Rojas denunció que estos “desastres naturales provocados” son el resultado de quemas indiscriminadas y urgió a instituciones como la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) y el Instituto Nacional de Reforma Agraria (Inra) a tomar medidas inmediatas para frenar estos incendios.
Mientras tanto, la crisis ambiental sigue creciendo y, aunque afecta a miles de personas y amenaza la biodiversidad del país, la atención política permanece centrada en otros temas, dejando en segundo plano la urgencia de combatir estos incendios que no solo destruyen ecosistemas, sino que también ponen en riesgo la salud pública.