Devastadoras lluvias: 58 muertos y casi un millón de familias afectadas

Seguridad

La Paz, 08 de mayo (Tinta Roja).- Las intensas lluvias que azotaron Bolivia entre noviembre de 2024 y abril de 2025 provocaron la muerte de 58 personas, afectaron a 869.715 familias (entre damnificadas y afectadas), destruyeron 2.416 viviendas y dejaron un saldo de 10 personas desaparecidas, informó ayer el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes.

Como consecuencia de estos fenómenos climáticos extremos, cinco regiones fueron declaradas en desastre departamental: Beni, Chuquisaca, Oruro, Pando y Tarija. A su vez, La Paz, Potosí y Santa Cruz se encuentran bajo declaratoria de emergencia departamental. Cochabamba es el único departamento que no ha emitido una declaratoria oficial.

“Este año ha sido mucho más duro que el pasado año. El evento de este periodo ha sido superior al registrado en la gestión anterior”, advirtió Calvimontes en conferencia de prensa.

Según los reportes oficiales, 211 municipios del país se declararon en desastre y otros 26 en emergencia. Las cifras muestran una crisis significativa: 601.627 familias afectadas, 268.088 damnificadas, 7.094 viviendas con daños y 2.416 completamente destruidas.

El impacto en la infraestructura también ha sido severo. Se reportaron daños en caminos, puentes, sistemas de riego y tendido eléctrico en varias regiones rurales, dificultando el acceso a comunidades y la entrega de ayuda humanitaria.

Las autoridades desplegaron brigadas de emergencia, pero en algunos casos las inclemencias del tiempo impidieron el ingreso terrestre, recurriendo al uso de helicópteros.

El sector agrícola fue duramente golpeado. Miles de hectáreas de cultivos de maíz, papa, hortalizas y frutas fueron arrasadas por las lluvias o se perdieron por inundaciones prolongadas. Esto podría generar un incremento en los precios de productos básicos en los mercados locales en los próximos meses, alertaron productores.

La situación sanitaria también genera preocupación. En varias regiones afectadas, el acceso al agua potable se vio comprometido, incrementando el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como la diarrea y el dengue.

El Ministerio de Salud activó un plan de contingencia para distribuir medicamentos y kits de higiene. Organizaciones sociales y voluntarios se sumaron a los esfuerzos estatales, instalando centros de acopio de alimentos, ropa y enseres básicos para las familias damnificadas.

Sin embargo, la magnitud del desastre ha sobrepasado las capacidades locales, por lo que se evalúa solicitar cooperación internacional para enfrentar la emergencia.

No es la primera vez que Bolivia enfrenta este tipo de desastres naturales. En los últimos años, los eventos climáticos extremos se han vuelto más frecuentes e intensos, evidenciando la vulnerabilidad del país frente al cambio climático.

Ahora El Pueblo

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